miércoles, 28 de noviembre de 2018

A veces, solo a veces...

A veces,  y solo a veces, tu trabajo te agota tanto que necesitas dormir por un día completo.

A veces, y solo a veces, el papeleo se te acumula y no ves lugar para disfrutar de tus alumnos en el mundo-clase.

A veces, y solo a veces, lloras por sentirte impotente ante los malabares que tienes que hacer para cumplir con lo que la administración te manda.

A veces, y solo a veces, te sientes comprendida por ellos. Nuestro nombre ha sido sustituido por un número que puede ser fácilmente reemplazable, pues números, hay infinitos.

A veces, y solo a veces, simplemente es imposible estirar más el día, faltan horas para tan secundaria, tediosa y desmoralizante tarea administrativa . ¿Acaso somos inmortales?

A veces, y solo a veces, te derrumbas y gritas con todas tus fuerzas un basta ya.

A veces, solo a veces, nos escuchan y de ello nos alimentamos para nuestra próxima labor.

A veces, solo a veces, se repite cada día más.

A veces, solo a veces, hay que hacerlo cambiar.

Junto a este a veces hay un siempre.

Siempre, tus alumnos, sacan lo mejor de ti.
Siempre ellos te hacen sentir que merece la pena tu andadura.
Siempre tus compañeros de camino se convierten en miembros de tu familia.
Siempre hay algo que se puede hacer.
Y siempre habrá a veces que te hagan reflexionar si tu camino es el adecuado y lo estás caminando con el mejor atuendo.

Olga C. J.



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