
Somos lechugas y necesitamos unas condiciones idóneas para nacer y crecer como lechugas. Si no los recibimos, enfermamos. Si queremos entender a una lechuga a la que se le chuchurren las hojas u a otra que se ha convertido en la casa de una oruga, o saber qué fue de aquella que desapareció tras la llegada de un topo, tenemos que abrir nuestro punto de mira y ver más allá.
- Habrá a quien le dé igual la situación de la lechuga o incluso se ría de ella.
- Habrá quien advierta el problema y entre en pánico por no saber qué hacer.
- Habrá quien se acerque a la lechuga y le pregunte qué son esos agujeritos en sus envolventes capas, por pura curiosidad o por ayudar.
Ahora, múltiples acciones se podrían emprender, pero solo unas pocas ayudarán a la lechuga y a nosotros mismos.
Observar, entender y hacer ver que se entiende son los primeros cuidados para cualquier mal que aceche a una lechuga.

Nos paramos a entender todo esto cuando la vemos????
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